¡Que Dios bendiga mi mente loca,
mi corazón valiente y cojo
que nunca,
nunca tiene miedo!
que mis ojos me perdonen tanta belleza incomprendida
que mis pies aguanten los paseos infinitos,
cuando te busco en los lugares
donde sé que no estás
que mis manos olviden el maltrato,
la naturaleza joven
de la que me avergüenzo
que mis labios no se rindan,
que sigan duros en el silencio
y suaves sobre los tuyos

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